Que ni tú mismo impidas
que tu contribución llegue al mundo
Y dejes tu huella, tu marca, tu sueño… ¡TU VERDAD!
Mucha gente me lo dice, o mejor, me lo pregunta: ¿Pero esto de la marca personal no es para darse autobombo continuamente?, ¿para aprender a venderte?… El tono de la mayoría de la gente que me lo comenta es de cierta “molestia” por el hecho de que parece , en efecto, que muchos profesionales que están utilizando los medios (off y on line) para darse a conocer hablan de manera constante de sí mismos. Ese “porque yo… porque yo…” parece en muchos casos saturar a nuestra audiencia.
He reflexionado mucho sobre eso, incluso sobre mi misma, y he ido algo más allá. El centro de la cuestión no está en lo que piensan los demás sino en lo que cada uno de nosotros como “causa” primera de nuestra marca personal decidimos el efecto que queremos provocar.
Quizá aquí valga la pena distinguir entre dos conceptos, marca personal y marca profesional, que yo a priori considero sinónimos, pero que en este contexto tiene el matiz que creo que marca la diferencia que me gustaría explicar. En un contexto profesional (y es desde el que siempre hablamos cuando utilizamos el término marca personal/profesional) todos tenemos que ofrecer algo por lo que seremos recompensados en relación al valor que aportemos (al menos así debería ser). Ese algo es distinto de nosotros mismos, pero bien es cierto, que lo que nosotros aportamos a nuestra propuesta de valor es la “marca” que lo hace diferente, relevante y quizá excepcionalmente bueno. Sin duda. Pero insisto, no somos el producto, no creo que nos “vendamos” porque tampoco creo que nadie nos vaya a “comprar”. Y este matiz, en un contexto laboral, es fundamental. De lo contrario, en efecto, caemos en la excesiva personalización y autorreferencia continua que, a la larga, se vuelve contra nosotros.
Más allá de eso, vuelvo a nosotros mismos, ¿Tenemos clara nuestra contribución, nuestra misión…? Un día nosotros no estaremos, pero nuestra contribución, lo que hemos hecho por los demás, los vestigios de lo que aportamos al mundo pueden perdurar más allá del tiempo.
¿Crees que Nelson Mandela, la Madre Teresa pensaban continuamente en como “venderse”? , ¿Alguna vez quisiste comprar a Steve Jobs o pagas por lo que salió de su mente y corazón?, ¿por el resultado de poner en práctica sus talentos?… Más bien, ellos se ocuparon de dejar algo que fue importante y por eso fueron alguien y lo son porque su huella perdura en nuestro recuerdo y en lo que hoy sigue existiendo aunque ellos ya no estén.
Quizá si podemos ser “nada” y contribuir a algo, empezamos a ser “alguien” (reconocimiento) para los demás. Quizá alguien del que no se quiera prescindir, alguien necesario, alguien que tiene nombre y apellidos, y hace cosas extraordinarias… ¡No lo dices tú, lo dicen los demás!